El fútbol desborda pasiones, despierta ilusiones y también frustraciones. En este caso nos ha dejado una carta de desamor, autoría de Daniele Decibel Bellini, la voz oficial del S.S.C. Napoli en el estadio San Paolo del sur de Italia; quien hizo pública una misiva en torno al traspaso del jugador argentino Gonzalo Higuaín para el club Juventus de Turín. Como si no bastara el revuelo mediático por el costo del fichaje, de 90 millones de Euros y etiquetado de «excesivo» para algunos, también se pone en el tapete el comportamiento «nómada» de algunos futbolistas que no se comprometen a largo plazo con los colores del club que representan. «No puedo negar que celebré y casi llore de felicidad -por Higuaín- y tampoco puedo negar que lo que escucho y leo no me decepciona, pero siempre lo he dicho: la fortaleza del Napoli está en los aficionados», reflexiona Decibel Bellini en torno a la fanaticada que se esperanzaba en revivir las viejas glorias que logró el astro argentino Diego Armando Maradona en la década del 80.
«Cuando era niño, normalmente me enamoraba de la niñas más bonitas de la escuela. Era bajo y no era guapo, así que, al final, pese a mis cartas de amor y disponibilidad para cargar sus mochilas, no llegaba a ningún lugar.
Hoy, he cambiado y me enamoré de Vale, que me ama también, y con quien casi tengo dos hijos (lo digo así porque Lorenzo llega hasta septiembre).
¿Cuándo me enamoré y el sentimiento no fue recíproco me sentí lastimado? Sí. ¿Cuándo la chica a la que amaba me ignoró le dije a alguien que, de todos modos, no estaba tan interesado en ella? También.
¿Por qué digo esto? Porque a veces nos enamoramos (yo el primero) de alguien o algo que, simplemente, no quiere ser amado. Quizá puedes pasar una buena tarde juntos o un par de temporadas, pero sin amor. Dar y recibir, les llaman profesionales.
No puedo negar que celebré y casi llore de felicidad -por Higuaín- y tampoco puedo negar que lo que escucho y leo no me decepciona, pero siempre lo he dicho: la fortaleza del Napoli está en los aficionados.
Hemos caído y nos hemos levantado tantas veces… En nuestro vocabulario no decimos ‘trabajo’ decimos ‘lucha’. Estamos acostumbrados al sufrimiento.
Los campeones vienen y van, pero los aficionados en las tribunas con sus camisetas, azul como el cielo, estarán ahí por siempre».