Prostituta escribe carta a la esposa de un cliente

Quizá por desahogo literario o para sumarle exposición mediática a su seudónimo de April Adams, una prostituta neoyorquina escribió una carta a la esposa de un cliente y a su vez aplica para esposas de otros clientes, de ella o ajenos. Sus líneas, famosas tras ser publicadas en la revista Vice, defienden el aporte de la prostitución en pro de la perdurabilidad de matrimonios sin pasión. Aunque no sea el producto de un sentimiento auténtico, Cartearte le da cabida al texto porque es producto del complejo intercambio humano en el plano de las emociones; aunque se trate de amor falso que se vende por horas. 

Estimada esposa:

No te conozco pero es muy probable que tu esposo te esté siendo infiel con una trabajadora sexual. Te lo digo porque soy prostituta y, créeme, no tengo pocos clientes.

Pero el tuyo no, dirás, ¡él no! Otros esposos, quizás, pero tu relación de pareja, tu vida sexual, es diferente. Hace 10 años, hicieron un trío con compañeros de cuarto de la universidad; todos los años en agosto contratan a una niñera y se escapan a Las Vegas;  comparten los maratones de La Ley y El Orden… ¡Tienen un excelente matrimonio!

Ahora, déjame preguntarte algo: ¿Cuándo fue la última vez que tuvieron sexo tres veces a la semana? ¿Cuándo fue la última vez que él se quejó por eso? ¿No crees que puede ser que haya decidido solventar el problema contratándome a mí?

La buena noticia es que si tu esposo me frecuenta es porque desea seguir casado. Está optando por recibir un poco de cariño del modo menos dañino posible. Imagínate si, en lugar de contratarme a mí, acudiera a la niñera, a una vecina, a tu mejor amiga…. Puedo seguir enumerando las posibles candidatas pero creo que ya entendiste mi punto.

Yo soy una profesional, soy discreta y aun más importante que el hecho de que sea discreta: mi tiempo, mi atención y mi sexualidad se miden en horas, luego de eso él es todo tuyo.  Además, yo no amo a tu esposo y jamás lo haré. No siento por él más aprecio que el que me despierta mi mesonero favorito.

Nunca seré una amenaza para tu matrimonio porque cuando termina su tiempo no quiero saber nada de él ni de ti. Nunca iremos a cenar ni lo llamaré de madrugada ni le pediré que se divorcie. Si de mí depende, jamás te enterarás de lo que hacemos. Y, si llegas a saberlo por tu esposo, será porque él es idiota o porque está furioso contigo.

Sí, es cierto, algunos clientes se confunden pero sus sentimientos son muy superficiales, porque saben que, a fin de cuentas, todo lo que hacemos es falso.  No se te ocurriría que un plomero pueda adorar las pocetas, ¿verdad?

Los hombres saben que mi afecto hacia ellos está condicionado por el dinero que me entregan. Tu esposo no está visualizándose teniendo “La conversación” contigo y los niños para luego salir corriendo a mi hotel y gemir amorosamente mi falso nombre. Yo estoy fuera de su vida. Soy sólo una empleada. Por más que él se sienta sexualmente atraído hacia mí, no se involucrará emocionalmente.

Incluso si las cosas se tornan “complicadas”, como dicen los niños, siempre estarás segura: yo cuesto dinero.

Y en mi experiencia los hombres no gastan en sexo más de lo que pueden. Si tu esposo necesita acostarse cada dos semanas y dispone de 1.000 dólares mensuales, buscará a alguien que cobre más o menos lo mismo que yo. Incluso si quisiera más, es muy poco probable que se atreva a desajustar el presupuesto familiar y luego te salga con un “Mi amor, tengo algo que decirte”… Sería demasiado imprudente de su parte.

Lo que sea que sienta, lo olvidará en dos semanas, igual que olvidaría cualquier otro antojo. Y si se le ocurre derrochar todos sus ahorros por estar conmigo, espero que seas tú quien le pida el divorcio, porque significaría que no tiene ni idea de cómo administrar el dinero. 

¿Qué puedo decirte con respecto a las enfermedades? Pues, muy al contrario de lo que hayas visto en las películas, puedo asegurarte que la mayoría de las trabajadoras sexuales son probablemente mucho más sanas y conscientes de cómo tener sexo seguro que las amorosas secretarias. ¿Recuerdas lo que te dije de mi extremadamente limitado aprecio por él? Eso incluye su perfil epidemiológico. Y, por supuesto, tampoco tendrás que preocuparte por bebés. La probabilidad de que alguna de nosotras salga embarazada durante el intercambio con un cliente es de 0% absoluto, con una desviación estándar de “ni en broma”.

A pesar de todo esto, quizás sigue sin agradarte la idea de que él se acueste conmigo. Pero, vuelvo a mi pregunta inicial, ¿cuándo fue la última vez que tuvieron sexo al menos tres veces a la semana?

No digo que sea tu responsabilidad hacerlo feliz. Digo, de hecho, que es normal que no te provoque acostarte con él a menudo. Estás ocupada, estresada o ya ni siquiera te excita lo suficiente. Te entiendo, me pasa lo mismo.

Y ahí caemos en el punto que he estado tratando de defender: yo soy el ingrediente secreto de muchísimos matrimonios felices, porque desde que sus esposos me frecuentan cada uno tiene la cantidad de sexo que desea.  Mientras no se te ocurra revisar su celular,  tendrás altas posibilidades de llegar al 50 aniversario. ¡A la orden!

April Adams