A Roberto, tarde pero no tanto

02/06/02

Martes 2 de junio, 4:28 pm., hora de Lima.

No es tarde, es la hora justa; aunque pensándolo bien… sí, es algo tarde, pero no tan tarde. Si fuera más tarde, apelaríamos a otros recursos gastados de la sociedad contemporánea, como enviar un mensaje de voz por WhatsApp o de pronto un tímido texto adornado de muchos emoticones para atenuar el ‘delay’.

Si no fuera tan tarde, repararíamos en buscar sinónimos (o reordenar ideas) para la palabra «tarde», que aparece cuatro veces en dos líneas al inicio de la lectura; pero hoy esas nimiedades nos tienen sin cuidado. Ahora volvamos con el ‘delay’.

¡Ja! Así es como nos zambullimos en aguas profundas, sin saber nadar y sin tabla de anime para chapalear. «¿Para qué decir ‘delay’ si se puede decir ‘retraso’?». Esa sería la respuesta del sujeto que hoy nos hace convocar, un purista defensor del verbo hispanohablante. Resulta que hoy es día de su cumpleaños, o como se diría en algunos países tercermundistas, «es el día de su santo».

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Y ahí vamos otra vez, como si esta lectura fuera una prueba de fuego a su paciencia, al mejor estilo provocador; pues nuestro amigo es un ateo recalcitrante, asiduo lector de noticias y memes sobre el fanatismo y la idiotez humana. ¿Para qué lo hace? Aprendimos a vivir con ese misterio; sin embargo rescatamos de él su buena voluntad (no buena fe, al menos no religiosa) para andar por el mundo sin perjudicar deliberadamente a nadie.

Sabemos que, en el peor de los escenarios, nuestro amigo sería buen practicante de cualquier culto. Se lo pelearían entre católicos y adventistas. Es un alma noble (aunque probablemente no crea en el alma), un brevísimas palabras: es un buen sujeto.

Roberto Antonio es su nombre, tal como el merenguero venezolano e intérprete de ‘Marejada’ y ‘Noches de fantasía’. La referencia también funciona para contextualizar el andar de cuatro décadas de nuestro amigo en esta vida, la única vida que importa para él, hecho que le confiere mucha noción temporal. Una de sus virtudes es entender la importancia del «aquí y el ahora», pero sin escucharse como un coach motivacional.

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Dos tópicos tallan, como si de un cincel se tratara, la personalidad de Roberto y determinan su visión: El deporte y el humor.

El gusto por el deporte no se queda en la contemplación pasiva de sujetos excepcionales. Con el baloncesto y el tenis de mesa, ha encontrado maneras de desafiarse y probar sus límites para ver, de manera fáctica, hasta dónde puede llegar.

Con el humor hablamos del más minucioso seguimiento del ingenio humano que se expresa en ideas hilarantes, desde el ‘micro-gesto’ hasta la construcción del guión, abarcando el atuendo y la anécdota detrás del «¡corte!».

Roberto nos ayudó a desvanecer la delgada línea que divide a la realidad de la ficción audiovisual, identificando situaciones en nuestra vida que fácilmente podrían funcionar en un ‘sitcom’, ya sea una idea extraña o una sucesión de gestos irrepetible, como aquel dominio de balón de Maradona antes de un juego del Nápoles. Su ojo registra muchos cuadros por segundo, más que los del mortal ateo promedio sudamericano.

La Junta Directiva de Cartearte, bajo la Gerencia General de su fundador Fernando Gallardo; el Comité de Protección a la Confidencialidad del Remitente (que por sus políticas se reserva dar cualquier nombre, incluso de quién lo lidera) y el Grupo de Colaboradores y Caricaturistas del blog; extendemos un sentido saludo a Roberto, siempre cercano a nuestra casa epistolar. Le auguramos un venturoso porvenir y, de no creer en lo venturoso, al menos esperamos una muy buena vida para él, hoy y siempre.

Roberto Antonio ha sido un gran amigo, bajo distintos contextos, circunstancias, incluso más de lo que nos podríamos imaginar cuando lo conocimos.

Gracias por tu amistad.

PD 1: 6:28 pm., hora de culminación de texto e inicio de montaje. Mariví tiene rato pidiendo la página

PD 2: La segunda postdata era por pura necedad. ¿Quién necesita una segunda postdata?

PD 3: Feliz día de tu santo.

Cartearte.

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